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martes, 13 de septiembre de 2016

Libro de Poemas "Lluvia en el jardín" - Rony Rodríguez

A modo de prólogo
Poesía de los elementos
“…Mi infancia descubrió/ las semillas prodigiosas/  como un vuelo en los ojos de los muertos.”
Ideas. Rony Rodríguez



El autor hace gala de gran riqueza  metafórica, imágenes envolventes y recurrentes en todo el poemario. Tal como observamos en el poema Ideas o en el poema Mujer:

 “¡Oh ¡ Pequeña colmena/ Difundes un manantial/ De lágrimas y la tierra renace como un pan/      Sobre las flores derramadas…” o bien en el poema Desgarro: 

“Mi guitarra se estrecha cada vez más/ En el laberinto perdido de la muerte/ Y en mi memoria el planeta/ Surge como un globo rojo desintegrado…”

Así como la glándula lacrimal segrega lágrimas, la sudoríparas el sudor; la imaginación segrega imágenes, en sentido general, se entiende por imágenes los productos” que la imaginación humana segrega. ¿Cómo caracterizar esos productos llamados imágenes?

Las imágenes siempre expresan valores. “Las más simples imágenes de la materia, las calificaciones más comunes, se establecen en un reino de valores. Acá, refleja la  intensidad de valores de intimidad. Entonces el poeta encuentra así una vía para invitarnos  a su  sutil, delicado  universo interior.

No deja de llamar la atención que en el texto están presente los elementos de la naturaleza.

Estos elementos son, como dice Gastón Bachelard (1), verdaderas “hormonas” de la imaginación. Ellos despiertan las acciones originarias de imaginar, de soñar lo circundante. Este mundo que impacta y sorprende por su fuerza, su regularidad, su esplendor.

Los cuatro elementos constituyen un tejido de imágenes fundamental en las construcciones socioculturales y en los imaginarios simbólicos de las civilizaciones antiguas. Dadas las propiedades del agua, en gran parte de las mitologías, se le considera como el mantenedor de la vida que circula a través de toda la naturaleza en forma de lluvia, savia, leche o sangre.
Ernst Cassirer (1984) en su antropología filosófica, plantea que:

“El hombre no puede escapar de su propio logro, no le queda más remedio que adoptar las condiciones de la propia vida; ya no vive solamente en un puro universo físico, sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión, constituyen partes de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana”.

Es por ello que la capacidad simbólica del ser humano define su esencia y su forma de relacionarse con el mundo.  En esta medida, la literatura como construcción humana es también una creación simbólica que no se agota en un sentido específico, sino que es portadora de multiplicidad de acepciones y simbologías; teniendo en cuenta lo anterior, el símbolo se define como una imagen no racional que escapa del dogmatismo lógico propio del signo y encuentra desde la imaginación el fundamento del mundo y la creación de otras realidades como la onírica o surrealista. Por ende, el símbolo es una imagen que corresponde a otras efusiones del ser humano.

Agua: Este elemento natural, al decir de Gastón Bachelard (1993), posee una potencia maternal debido a su simbología femenina, el deseo del hombre según Jung “es que las sombrías aguas de la muerte se conviertan en las aguas de la vida, que la muerte y su frío abrazo sean el regazo materno”.

Esta concepción filial del elemento natural se identifica con la creencia mítica de las culturas antiguas en la que se plantea la creación del ser humano por parte de los dioses, de ahí que se requiera volver al progenitor (agua) para obtener nueva vida.

Es pertinente precisar que en “El aire y los sueños”, texto de Bachelard, vemos cómo la imaginación crea las imágenes y los pensamientos, y éstas se imaginan en nosotros en lugar de nosotros imaginarías, de una manera pura, abierta y libre; donde el elemento primario es el aire.
El aire es un elemento fundamental porque "Por el aire toda la vida y todos los movimientos son posibles." (Bachelard, 1993:6-+)

El aire se relaciona esencialmente con tres factores: el hálito vital creador (simbolizado en la palabra), el viento de la tempestad, que muchas mitologías vinculan a la idea de creación; y, tercero, el espacio, como ámbito de movimiento y de producción de procesos vitales.

En el simbolismo elemental se asocian al aire: la luz, el vuelo, la ligereza, el perfume, el olor... El francés Gastón Bachelard, citando a Nietzsche reescribía que "el aire es una especie de materia superada, adelgazada, como la materia misma de nuestra libertad".

El fuego se representa en los jeroglíficos egipcios con el sentido solar de la llama, asociado a la idea de calor corporal como signo de salud y vida. En la mayoría de los pueblos primitivos, el fuego es un demiurgo, hijo del sol y su representante en la Tierra (de ahí que se asocie con rayos y relámpagos por una parte y por otra con el oro).

El elemento tierra, junto con el fuego, el agua y el aire, es uno de los cuatro elementos de las cosmogonías tradicionales en Occidente y está presente en todas las religiones y sus rituales, en la filosofía esotérica, en la alquimia y en la astrología. Se considera pasivo y femenino, al igual que el elemento agua, frente al aire y el fuego, activos y masculinos.

Que el lector pueda encontrar alguna otra piedra preciosa en las páginas de este libro que muestra una escritura contemplativa donde la soledad, el dolor y las interrogantes se visten de múltiples imágenes, una poesía pura, diáfana, que sin duda irá evolucionando y madurando en el tiempo.


Ingrid Odgers Toloza


¿Por qué utiliza Bachelard la imagen del vuelo?
Porque "el pájaro es el aire libre personificado." (Bachelard, 1993:101)







(1)Nota: Gastón Bachelard, poeta, físico, profesor y crítico literario francés.
(2). El agua y los sueños: ensayo sobre la imaginación de la materia, México, FCE, 1994.
(3) El aire y los sueños: ensayo sobre la imaginación del movimiento, FCE, 2003.



Concepción, 13 de septiembre de 2016.



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