DERECHOS RESERVADOS

DERECHOS RESERVADOS
CREACIÓN DISEÑO Y PROPIEDAD INTELECTUAL DE INGRID ODGERS ESCRITORA EDITORA Y CRÍTICA

Estamos en:

comentarios

«Leer sin meditar es una ocupación inútil». Confucio

Vistas de página en total

miércoles, 16 de mayo de 2007

MARÍA CRISTINA OGALDE-NARRADORA

Presentamos el trabajo de María Cristina Ogalde, escritora, gestora cultural de Talcahuano.
Relato de “El musgo crece aún sin agua”, Ediciones La silla-2005

EL AMOR DE MI MADRE

Dos piedras en mis manos, suaves, redonditas, calentadas en la hornilla espantaron los fríos madrugadores de la ruta al colegio.
Su amor me acompañó cuando las deslizaba entre mis guantes. A los diez años no se sabe de las piedras de la ira encalladas en mis manos adultas de otrora.
Sólo tenía dos piedras en mis manos que alejaron fríos y anidaron ternura. Su rostro de beso, su sopa humeante, el mantel blanco, el brasero, sus cuentos en las tardes de lluvia. Los permisos furtivos para jugar la infancia. Su abrazo seguro cuando el sueño me despeinaba. Si es como si fuera hoy. Puedo sentir el calor de mis dos piedras en las manos, con ellas aprendí a amar, a ganarle a la vida, me hicieron curandera de corazones, trapichera de esperanza, buscadora de sueños. Dos piedras en mis manos, todas las mañanas en la ruta al colegio me enseñaron que el amor hace extraordinario lo cotidiano.




COMENTARIO LITERARIO

Al decir de Kant, en el Juicio del gusto, para decidir si una cosa es bella o no lo es, no referimos la representación a un objeto por medio del entendimiento, sino al sujeto y al sentimiento de placer o de pena por medio de la imaginación (quizá medio de unión para el entendimiento). El juicio del gusto no es, pues, un juicio de conocimiento; no es por tanto lógico, sino estético, es decir, que el principio que lo determina es puramente subjetivo. Esta breve narración de Ogalde es, conforme a lo expuesto, para este ojo de poeta un relato de emotiva belleza.

Es evidente, pues, que para decir que un objeto es bello y mostrar que tengo gusto, no me he de ocupar de la relación que pueda haber de la existencia del objeto para conmigo, sino de lo que pasa en mí, como sujeto de la representación que de él tengo.

Hemos supuesto (por no decir vislumbrado), para efectos de este análisis, que es una narración vivencial.

En el relato “El amor de mi madre” de María Cristina Ogalde, encontramos como elementos de la narración, a una escritora protagonista o personaje, donde la memoria juega un rol fundamental, es el recuerdo de la madre y su amor (simbolizado por dos piedras, al decir de la autora “ …redonditas, calentadas en la hornilla..” el que registra esta narración y que transformado en el acontecimiento inicial provoca en nuestra narradora-protagonista, en su adultez, una reacción que se observa como la transmutación de la ira encallada en algún período de su vida de joven-adulta. Hablamos de transmutación pues al rememorar este hecho, “piedras calentitas” traducidos como símbolos del amor, impele a la protagonista a una lucha constante por revertir el hielo de épocas grises (al cual todos y todas, de una u otra forma, estamos expuestos a lo largo de la vida), en calor generador de sanación y rayos de esperanza transformados en volcán de constante erupción, transportador de sueños que abrigan nuevos y mejores amaneceres.

El relato tiene una profunda carga emotiva y diríamos que sublime, pues produce un remezón inevitable en el espíritu del lector. El recuerdo del amor de la madre es elemento sanador para la protagonista y la conduce a lo que es para ella el sentido de la vida, para quienes conocemos a María Cristina: el servicio a los más necesitados.

Si volvemos al relato, objeto de esta nota, habría que destacar que no deja de encerrar una lección: “el amor hace extraordinario lo cotidiano”, el término o final de la narración denota por parte de la autora el apego, inconciente o no, a la narrativa tradicional. Aún así, el texto, de una candidez diáfana, escrito con claridad y sencillez, no deja indiferente y logra provocar una dosis de emoción, carga que es intrínseca a todo objeto estético, que es único e irrepetible, en cuanto se tiene claro la multiplicidad de caracteres y visiones de mundo que existen desde tiempos milenarios. La literatura en general y este relato, en particular, no escapan a ello.



Ingrid Odgers Toloza
Escritora






NOTA BIO-BIBLIOGRAFICA:

María Cristina Ogalde, nace en Talcahuano en 1954. Estudió Historia en la Universidad de Concepción y Teología en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y en la Pontificia Universidad Católica Caxias do Sul, Brasil. Concluyó sus estudios en la Universidad Jesuita de Roma. Estudió Sicología religiosa en la misma Universidad. Participó en la renovación de las congregaciones latino americanas. Se desempeñó como misionera en el continente Africano, Centro América y Latino América.
Ha escrito artículos en diversas revistas latinas y europeas, españolas y francesas.
En Chile, país al que regresó en 1996, “El musgo crece aún sin agua”, es su tercera obra secular. Es fundadora y actual directora del Colectivo La Silla de la región del Bío-Bío y Directora-editora de Ediciones La silla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos tus comentarios, se agradecen de antemano. Saludos

Talleres de Creación literaria

Literatura en TV